La vision de Rolando Toro, el Creador de Biodanza sobre la salud y la importancia del aspecto psicosocial y la nutrición afectiva
El
creador de la Biodanza explica cómo la cultura nos enferma de miedo y
fobia social, y sostiene que la evolución es hacia un ser humano con
mayor capacidad de amar.
“Todo el mundo
habla de que le gustaría amar y ser amado, de que le gustaría vivir en paz y
seguridad. Pero, vivimos en una cultura que olvidamos cómo relacionarnos desde
la ternura y ser profundamente afectivos, no sólo hacia una persona
determinada, sino que hacia todas las que nos rodean. Sea en el trabajo, entre
los amigos o en la familia. Sucede que las personas son descartables, son usadas
y no existe dentro de la escala de vínculos una altura de las relaciones, una
poética de la reunión”, dice Rolando Toro, el creador de la Biodanza, y sigue:
“En nuestro mundo se han lanzado bombas atómicas, sucedió el holocausto y las
guerras continúan, el odio, la competitividad, la violencia urbana,
intrafamiliar e intraescolar, el terrorismo. La destrucción del medio ambiente
es un escándalo intelectual, económico y contra la vida. En la guerra, millones
de niños son lanzados a morir y a matar. Es una de las enfermedades más grandes
inimaginables. En ese sentido, la psiquiatría ha errado en su clasificación de
las enfermedades, porque supone que las más graves son la esquizofrenia, la
paranoia o la depresión. Pero un loco, delirando que es Napoleón o elegido de
Cristo, no le hace mal a nadie. En cambio, los que organizan invasiones, los
que construyen las armas, los que usan mecanismos económicos que empobrecen a
los más pobres… ¡Esos son los más enfermos! Hablo de dictadores, asesinos de
pueblos que son la decadencia más absoluta. Llevamos más de cien años de
psicoterapia y el mundo sigue peor, porque el mundo está gobernado por un
imperio de los psicópatas. ¡Grandes líderes mundiales gravemente enfermos! La
raíz del mal está en la disociación de inteligencia y afectividad. La
inteligencia debería usarse para que el mundo fuera maravilloso y estuviéramos
todos más felices; para el amor y la creación”.
-¿Y cuándo está la inteligencia al
servicio del amor?
-Cuando tenemos experiencias de afecto, de respeto, de camaradería. Toda
persona en lo profundo desea contacto: está ansiosa de amor, innovación,
alegría de vivir. Pero se tiene que modificar su mentalidad a través de la
educación biocéntrica.
Yo propongo no
sólo un discurso, sino una metodología: la Biodanza. Hay que practicar
vivencias de encuentro, admitiendo al otro tal como es, permitiendo que nos
toque en lo profundo. Reconociendo que merecemos ser acunados, que nos abracen,
o permitirnos llorar, reír, celebrar. Porque toda existencia humana se organiza
en torno al amor, como conciencia de estar vivo y ser significativo para
alguien.
-¿Uno se sana con el otro?
-No hay salud solitaria. Tampoco hay enfermedad solitaria, porque los seres
humanos, esencialmente, no somos solos. Se habló mucho de la alteridad y la
mismidad como opuestos, pero hoy se entiende que la alteridad está dentro de la
mismidad. No es “tú eres tú” y “yo soy yo, guarde la distancia”. Es “yo soy
tú”. Toda nuestra relación con el universo es, primero que nada, una relación con
las personas.
-¿Y por qué existe la fobia social?
-Porque estamos en una cultura paranoide. Nos sentimos amenazados por el otro.
Le tememos, porque tenemos registros de traición, deslealtad, agresión.
Entonces, la persona tiene que ocultarse para establecer vínculos. Lo que falta
en el mundo es ternura. Hay que desplegar nuevas formas de aproximación y
contacto, así como el regreso a lo primordial, a la naturaleza y al amor. Sin
empatía, somos fantasmas que no tienen acceso al misterio de los vínculos humanos.
-¿Habría seres humanos de distinta
categoría?
-Si, pero esto no quiere decir que sea un nuevo racista. No queremos al súper
hombre, queremos al súper humano con conciencia ética, capacidad de amar,
crear, evolucionar hacia la grandeza y lo sagrado con lucidez, intensidad,
armonía. Cada persona, de acuerdo a su biografía, tiene distintas capacidades
de vincularse. Hay quienes gozan con hacer el daño, son los psicópatas. Entre
ellos, hay grandes jefes de pueblos. Luego vienen los autistas que no se
vinculan con las personas, sino que con los objetos. Después están los
sociofóbicos que detestan estar con gente. Siguiendo, están los que utilizan a
las personas, que son los individualistas. Interactúan con las personas para
obtener beneficio. En un escalón superior, están quienes desarrollan su
identidad en compañía con otro. Esa capacidad es maravillosa. Porque su
identidad se despierta y activa sólo en presencia de otro. Las terapias
solistas son tranquilizadoras pero no hay crecimiento. Después vienen aquellos
seres empáticos o que pueden ponerse en el lugar del otro. En un nivel
superior, está la capacidad de conectarse con lo sagrado propio y lo sagrado
del otro y estar en una comunión.
-¿Y cómo aprender a ser súper humanos?
-Con música, danza y caricias podemos descubrir un mundo diferente, donde
nuestros sueños serán posibles, de belleza creándose a sí misma en el corazón
de cada cual. Con el genio de sentirnos plenamente vivos. Las personas tienen
que aprender a comunicarse, a abrazarse, a mirarse a los ojos, a hacer rondas,
a celebrar. Tienen que aprender eso antes que el presente del subjuntivo, la
fecha de Napoleón o las tablas de multiplicar. En educación, hay que
transformar la metodología y los contenidos programáticos. No veo otra solución
que cambiar la educación. Porque sino, no hay ninguna esperanza de
supervivencia de la especie. Hay que transformar mecanismos psíquicos:
creencias, actitudes, valores.
-¿Cómo nació la Biodanza?
-La gente dice que yo inventé la biodanza, pero en verdad la descubrí.
Trabajando en antropología médica en la Escuela de Medicina, entre mis tareas,
tenía que estudiar el mundo de los enfermos mentales. Entonces vi que a los
pacientes le habían quitado todo: su libertad, su capacidad para relacionarse,
para tener amores, sexo, para trabajar, para crear. Es decir, los habían
enterrado en vida. Y pensé hacer una fiesta para esta gente tan triste. Y
organicé el evento invitando a los familiares, estudiantes de medicina,
enfermeras, paramédicos, algunos médicos y, por supuesto, los propios
pacientes. Al entrar, ya vi un cambio: arregladitos, peinaditos, muy correctos,
como si fueran normales, porque era una reunión social. Entonces, empecé a
poner músicas, invitando a la danza y descubrí que algunas músicas eran mucho
mejores que otras para producir cambios. Disminuyeron los delirios y las
alucinaciones, noté un aumento de la comunicación y mayor gentileza entre
ellos. Entonces, empecé a seleccionar músicas que hacían bien a los enfermos y
descubrí otras que les hacían mal, como las músicas tranquilizadoras que
producían un efecto regresivo, que invitaban a la psicosis. Así comencé a hacer
un modelo teórico. Y tuve muy buena recepción en el psiquiátrico donde todos
vimos el milagro que se producía.
-
Y frente a la
enfermedad ¿ Cómo afrontarla desde la visión de Biodanza?
“El ser humano
nació con miedo. Pero su evolución justamente consiste en aumentar su
percepción y conciencia. Hay que dar amor, dar amor y dar amor. Y ahí te viene
el amor de vuelta. Si tú estás esperando que te amen y no das amor, no pasa
nada. Lo primero es aprender a vivir. El lenguaje de los gestos es arcaico. Es
un conjunto evanescente de matrices arquetípicas. La sonrisa, por ejemplo, es
el más antiguo reflejo psicosocial. Aparecen en el niño alrededor de los tres
meses de vida… los pueblos se diferencian por la sonrisa… ¡Tantas ciudades con
habitantes con rostros de animales tristes! – reflexiona Toro-. La persona que
no es acariciada se deprime. Los estudios en apego lo demuestran. A veces preguntan ¿pero cómo voy a mejorar mi
vida bailando con extraños? Sin embargo, es una oportunidad protegida de
sanación. Es muy complicado aprender la esencia de la vida espontáneamente
porque la cultura te da parámetros inhumanos: ganar plata, tener cuidado en el
amor, tus proyectos tienen que ser chiquititos y, primero, tienes que ayudarte
a ti mismo… no puedes tener proyectos basados en ser una ayuda para los demás.
Así la vida camina y se hace cada día más mustia. Finalmente, es una existencia
frustrada. El concepto de triunfo, de éxito, es totalmente falso. Y la
respuesta natural es el estrés, la depresión, el desamor. Son enfermedades de
la civilización”.
Entrevista extraida de la pagina de la Asociación Biodanza de Valencia.