Rolando Toro, creador de Biodanza, no concebía la vida sin impregnarla de poesía |
La base conceptual de biodanza proviene de una meditación sobre la vida, del deseo de renacer de nuestros gestos despedazados, de nuestra vacía y estéril estructura de represión. Podríamos decirlo con certeza: es la nostalgia del amor.
El primer conocimiento del mundo, anterior a la palabra, es el conocimiento del movimiento. La danza es, por lo tanto, un modo de ser-en-el-mundo, o sea, " la expresión de la unidad órganica del hombre con el universo". Esta noción de la danza como cenestesia integrativa, es muy antigua y tiene, a través de la historia, numerosas expresiones culturales, tales como las danzas primitivas, las danzas órficas, las ceremonias tántricas o las danzas giratorias del Sufismo.
El poeta Jala-od- Din Rumi (siglo XIII) exclamaba:
"¡
Oh día, levántate... los átomos danzan, las almas, arrebatadas de éxtasis,
danzan, la bóveda celeste, a causa de ese Ser, la danza: Te diré al oído
hacía donde conduce su danza: Todos los átomos que hay en el aire y en el
desierto - compréndelo bien - están enamorados como nosotros y cada uno de
ellos, feliz o desdichado, se encuentra deslumbrado por el sol del alma
incondicionada."
Es un mundo como el nuestro, de hambre y genocidio, de tortura y delación, en un mundo de abandono infinito, ¿cómo es posible ponerse a bailar? A primera vista parece una inconsecuencia.
Sin embargo nuestra propuesta no consiste sólo en danzar, sino en activar, mediante ciertas danzas, potenciales afectivos y de comunicación que nos conecten con nosotros mismos, con el semejante y con la naturaleza.
Mas, ¿cómo podríamos cambiar el mundo sin cambiar nosotros mismos?
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Victor Núñez.