jueves, 20 de septiembre de 2012
LA SABIDURIA DEL LIMITE
A veces la vida requiere de una determinación, de una fuerza, de una expresión taxativa y tajante del propio poder interno, para pegar un golpe en la mesa, mostrar las garras, marcar el territorio, saber poner limites, y gritar a los cuatro vientos, NO.
Culturalmente, esta sana expresión de mis necesidades, de la defensa de mi espacio, de la expresión de mis instintos, ha sido castrada por la mojigateria de una bondad mal entendida.
Son muchas las personas que se han visto condicionadas por patrones de conducta que "llevan a poner la otra mejilla".
Nadie tiene derecho a dañar, nadie tiene derecho a abusar, nadie tiene derecho a invadir. En ese sentido, debería ser contemplada también como obligación moral, el derecho a defenderse, la precaución para no ser objeto de abusos, el uso y desarrollo de habilidades para poner limites, marcar barreras, defender el propio territorio.
La falta de habilidades y medios, o la exacerbación patológica de estas necesidades humanas nos lleva a caer en la figura de la víctima, o a la detención o guerra preventiva, "la mejor defensa, un buen ataque". No es esta conducta la que precisamente favorezca la vida, establezca un equilibrio justo y medido, prepare o abone el terreno para poder confluir armónicamente, expresar la propia identidad sin negar la del otro, establecer entendimiento y comprensión entre diferentes. Una mirada al mundo de ayer y hoy nos da claras señales de cuales son las consecuencias.
Los principios biocentricos muestran el camino del medio. La sabiduría de la vida siempre es tendente al equilibrio dinámico, cuando este equilibrio es alterado, sobrevienen los conflictos.
El camino del biodanzante, es encontrar un día en su vida, en el que ese equilibrio dinámico es el que dirige sus movimientos, es el que genera un ritmo autoregulado, es la consecuencia de la integración en su conducta cotidiana de los principios biocentricos. Largo camino y preciosa y estimulante tarea, hacía allí nos dirigimos.
Victor Nuñez - Facilitador de Biodanza.
lunes, 17 de septiembre de 2012
DELIMITACIÓN Y EXPRESIÓN DE LAS PROPIAS NECESIDADES
La identidad, tiene muchos ángulos, y uno de ellos es la expresión de las propias necesidades y el desenvolvimiento para poder expresar los limites, además de saber decir NO.
La identidad es un constructo de las vivencias que obtenemos del cotidiano y del modo en que nuestra personalidad ocupa el mundo, condicionada por las experiencias del pasado, las decisiones y creencias que adoptamos por el modo en que percibimos los sucesos, acontecimientos y experiencias habidas, así como haber asumido los mandatos sociales, las tendencias culturales y los códigos identitarios filopaternos y familiares (el ambiente familiar, fuera este enriquecido, tóxico o una mezcla de ambos).
Es desde esa identidad y la propia autoimagen desde la que vivimos, o mejor dicho, somos vividos muchas veces por la pseudoidentidad del Ego. Podríamos contemplar la identidad como la expresión concretizada de nuestras propiedades emergentes, como medio vivo que somos, objeto de sus propios procesos de complejidad y evolución.
La expresión o vindicación de la propia identidad, ha sido ampliamente reprimida, siendo esta confundida con el egoísmo.
El proceso contrario también es muy habitual, y el egocentrismo suele ser potenciado y reivindicado como expresión de la identidad, siendo ambas cosas expresiones bien distintas.
En biodanza, la expresión de la identidad, su manifestación, su emergencia, como singularidad de la vida que somos en el mundo, es potenciada por diversos medios.
Rescatar el valor para ir al centro, aprender a decir no, renunciar al papel de víctima para asumir la responsabilidad emitiendo señales claras a la hora de marcar limites y saber decir NO, desde una oposición armónica que no nos dañe ni a nosotros ni a los demás, es una experiencia o vivencia que nos toca muy hondamente cuando nos conecta con nuestras dificultades, o nos sorprende de lleno, dándonos cuenta de la poca importancia o espacio que habíamos dedicado en nuestras vidas a delimitar qué, cuándo, cómo, dónde y con quién queremos esto o aquello, y qué, cuándo, cómo, dónde y con quién no queremos esto o aquello.
Este próximo jueves rescataremos instintos que nos permiten tener no solo una supervivencia existencial sino verdaderamente rescatar la creatividad existencial que construye la vida que realmente queremos.
Victor Nuñez - Facilitador de Biodanza.
Biodanza Orain ¡ Instinto de plenitud!
martes, 4 de septiembre de 2012
DEFINICIÓN DE BIODANZA
Rolando Toro, creador de Biodanza, no concebía la vida sin impregnarla de poesía |
La base conceptual de biodanza proviene de una meditación sobre la vida, del deseo de renacer de nuestros gestos despedazados, de nuestra vacía y estéril estructura de represión. Podríamos decirlo con certeza: es la nostalgia del amor.
El primer conocimiento del mundo, anterior a la palabra, es el conocimiento del movimiento. La danza es, por lo tanto, un modo de ser-en-el-mundo, o sea, " la expresión de la unidad órganica del hombre con el universo". Esta noción de la danza como cenestesia integrativa, es muy antigua y tiene, a través de la historia, numerosas expresiones culturales, tales como las danzas primitivas, las danzas órficas, las ceremonias tántricas o las danzas giratorias del Sufismo.
El poeta Jala-od- Din Rumi (siglo XIII) exclamaba:
"¡
Oh día, levántate... los átomos danzan, las almas, arrebatadas de éxtasis,
danzan, la bóveda celeste, a causa de ese Ser, la danza: Te diré al oído
hacía donde conduce su danza: Todos los átomos que hay en el aire y en el
desierto - compréndelo bien - están enamorados como nosotros y cada uno de
ellos, feliz o desdichado, se encuentra deslumbrado por el sol del alma
incondicionada."
Es un mundo como el nuestro, de hambre y genocidio, de tortura y delación, en un mundo de abandono infinito, ¿cómo es posible ponerse a bailar? A primera vista parece una inconsecuencia.
Sin embargo nuestra propuesta no consiste sólo en danzar, sino en activar, mediante ciertas danzas, potenciales afectivos y de comunicación que nos conecten con nosotros mismos, con el semejante y con la naturaleza.
Mas, ¿cómo podríamos cambiar el mundo sin cambiar nosotros mismos?
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