martes, 13 de diciembre de 2016

Danzando el mito de Prometeo

Tocaba danzar el mito de Prometeo. Comencé a danzar y ocurrió lo más deseable en una danza. De súbito la danza y el danzarin se hicieron uno y me deje llevar por esa electrizante fuerza que surje cuando uno se deja llevar. Podía verme manejando el fuego de los dioses entre las manos, moviéndolo y extendiéndolo para todas y todos los hombres y mujeres, intermediando entre la luz y la oscuridad. Sintiendo que a medida que danzaba, las mismas cadenas que tuvieron apresado a Prometeo, eran las mismas cadenas que en los últimos tiempos me hacian sentirme atrapado y sin posibilidad de avanzar. 



Senti emerger en mi la fuerza de los dioses, la osadia y valor de Prometeo, la capacidad de penetrar el horizonte sorteando los obstáculos, el gozo pleno de sentirse tan sólo mensajero, mediador, servidor entre los hombres y mujeres. Conecté con lo que para mi tiene más sentido en Biodanza, servir a otros para que despierten en sí su más genuina danza. Servir a la vida, llevar el fuego del Ser a todos y cada uno de los rincones en los que se me de la oportunidad de ser un servidor de la llama de la vida. Agradezco infinitamente ser un simple mensajero, y pido a los dioses que me den la sabiduría, la humildad y templanza necesaria para saber dirigir cada giro, cada paso, cada salto de este sagrado movimiento.

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Victor Núñez.