Estudio revela los efectos de la música sobre nuestro cerebro y nuestras emociones
Fuente: Tendencias 21.
La música provoca emociones, ¿pero cómo lo hace? Un estudio reciente llevado a cabo por científicos de la Florida Atlantic University de Estados Unidos ha revelado algunas de las claves neuronales que propician esta respuesta emocional. En primer lugar, nuestro cerebro es sensible a los matices de las interpretaciones, que sólo pueden ser aportados por sus intérpretes. Esta sensibilidad aumenta en función de la experiencia musical que se tenga. En segundo lugar, la música activa dos áreas cerebrales concretas: la red motora, que nos permite seguir el ritmo de la música; y el sistema de neuronas espejo, que hace de la comunicación musical una forma de empatía. Por Yaiza Martínez.
Es bien sabido que la música provoca emociones. Pero, ¿por qué algunas  piezas e interpretaciones musicales nos conmueven, mientras otras nos  dejan indiferentes? ¿Por qué los músicos deben pasar años perfeccionando  la interpretación de los sutiles matices que pueden hacernos llorar?       
Un equipo de científicos de la Florida Atlantic University (FAU),  de Estados Unidos, ha conseguido ahora identificar los aspectos  musicales clave capaces de causar emociones relacionadas con nuestra  actividad cerebral.        
Además, según publica la FAU en un comunicado,  los investigadores han mostrado por vez primera los efectos de los  matices de la interpretación musical en el cerebro, a tiempo real.        
Expresiva y mecánica        
Edward Large  y Heather Chapin,  principales autores de la investigación, creen que los resultados  obtenidos permiten explicar cómo las interpretaciones musicales activan  los centros emocionales del cerebro.       
Asimismo, afirman que la técnica empleada en su estudio propiciará  la aparición de nuevas formas de análisis de las respuestas a la música  y a otros estímulos emocionales.        
Para la investigación, los investigadores registraron en primer lugar la interpretación musical de una pieza de Frédéric Chopin, realizada por un experto, en un piano computerizado (interpretación “expresiva”).        
Después, los científicos sintetizaron una versión de esta misma  pieza usando un ordenador, sin incluir en esta segunda versión los  matices de la interpretación humana (interpretación “mecánica”).        
Las dos versiones de la pieza de Chopin utilizada presentaban los  mismos elementos musicales: melodía, armonía, ritmo, tempo y sonoridad,  pero sólo la “interpretación expresiva” incluía las variaciones que los  pianistas aplican para evocar respuestas emocionales en los oyentes.        
Estudio en tres fases        
Large y Chapin presentaron posteriormente estas dos versiones a un  grupo de voluntarios con alguna afinidad con la música.        
Mientras éstos escuchaban la pieza en ambas versiones, los  investigadores analizaron su comportamiento y registraron imágenes de su  actividad cerebral. Para ello, utilizaron la llamada tecnología fMRI,  que consiste en un escáner que detecta los cambios en el flujo sanguíneo  del cerebro, relacionados con la actividad neuronal de éste.        
El experimento de escucha se realizó en tres fases. En la primera,  los voluntarios informaron de sus respuestas emocionales al escuchar  ambas versiones, y a tiempo real, a través de un programa informático  especializado.        
Inmediatamente después de evaluar sus emociones, los voluntarios  fueron sometidos al análisis con fMRI, mientras volvían a escuchar ambas  versiones de la pieza escogida. Al terminar esta fase, se les pidió a  los participantes que volvieran a evaluar sus emociones en función de  cada versión.        
El estudio  fue realizado en tres pasos para asegurar la  consistencia entre la información facilitada por los voluntarios y los  resultados obtenidos con el escáner de fMRI, explican los  investigadores.
Experiencia y placer
La  tecnología fMRI sirvió como herramienta clave para el análisis de  aquellas áreas del cerebro que se activan como respuesta a la música. El  análisis de la actividad cerebral estableció una comparación entre las  respuestas neuronales a la actuación expresiva y las respuestas  neuronales a la actuación mecánica; y también entre la actividad  neuronal de los oyentes con mayor experiencia musical y los menos  experimentados.        
Por último, el análisis permitió comparar también los cambios de  tempo de la interpretación musical con las activaciones neuronales de  los oyentes, a tiempo real.         
Los resultados obtenidos confirmaron la siguiente hipótesis: una  interpretación expresiva llevada a cabo por un virtuoso pianista provoca  gratificación y emociones, vinculadas con la actividad neuronal.  Además, aquellos oyentes con mayor experiencia musical presentaron una  actividad incrementada en los centros de emoción y recompensa del  cerebro, en comparación con el resto de los participantes.        
Según explica Large: “Los voluntarios que contaban con alguna  experiencia musical no eran músicos profesionales, pero habían tenido  alguna experiencia interpretando música, como cantar en un coro o tocar  en un grupo”.        
Los datos de la fMRI obtenidos sugieren, por tanto, que en los  oyentes la experiencia musical está relacionada con una activación  neuronal mayor al escuchar música.        
Sin embargo, señala Large, a partir de estos datos no se puede  establecer si dicho incremento en la activación neuronal está causado  por la experiencia musical o si es el hecho de que algunas personas  tengan una predisposición neuronal mayor a sentir placer con la música,  lo que hace que busquen más que otras personas el tener experiencias  musicales.        
Una forma de empatía        
Además de estas comparaciones, los datos del escáner fMRI  revelaron la actividad neuronal que provocan los matices de la  interpretación musical, a tiempo real.        
Estas activaciones neuronales se produjeron en las siguientes  áreas del cerebro: la red motora cerebral, que se piensa sería  responsable de nuestra capacidad de seguir el ritmo de la música, y el sistema de neuronas espejo.       
Este sistema, que se activa cuando observamos a otros realizando  cualquier acción, parece jugar un papel fundamental tanto en la  comprensión como en la imitación de las acciones ajenas.        
Según Large, “anteriormente, se había pensado que el sistema de  neuronas espejo proporciona un mecanismo que permite a los oyentes  sentir la emoción del intérprete, lo que haría de la comunicación  musical una forma de empatía. Nuestros resultados respaldan esta  hipótesis”.        
Los científicos detallan en artículo publicado en la revista PlosOne las características y resultados de su estudio.                         

 
 





















