miércoles, 7 de octubre de 2015

Dejar Posos: Rescatar la profundidad



Prisa, infotoxicación, hipercomunicación, competitividad, valores productivos y financieros en lugar de valores humanos y éticos: El coctel perfecto para promover e instaurar la confusión, la ignorancia, la manipulación, la percepción miope, la mirada sesgada, el simplismo en lugar de la simplicidad - valor urgente, destruido por el mundo saturante - y la futilidad de todo, que nos deja sin poso, y lo que es peor desentrenados e incapaces para saber reposar las cosas y las experiencias.

Reposar las experiencias permite que - al igual que los posos de un buen vino - estas puedan ir al fondo, podamos profundizar. La alegoría tiene su aquel. Dense cuenta queridos amigos, que el poso no gusta, que el poso molesta en la boca, que el poso al no ser suave, sedoso, fácil la industria lo desposa de nuestro paladar. Saborear el poso que dejan las experiencias, sean estas poco sedosas, o poco fáciles, nos lleva precisamente a encontrarnos con su esencia. Por que por debajo de los primeros sabores, amargos, agrios, terrosos, potentes, pueden aparecer aromas desconocidos que nos desvelen lo más esencial, el alma de ese vino, su verdadera identidad.  Aquello que no deja poso, esta desnaturalizado, carente de identidad. Aquello que tiene poso, si dejamos que repose en nosotros, y somos capaces de acompañar su proceso, cuando repose en el fondo, cuando profundicemos, nos puede llegar a desvelar la esencia de la vida.